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lunes, 9 de junio de 2014

América Latina como parte de la solución global

Uno de mis cómicos mexicanos favoritos, Germán Valdés -- mejor conocido como Tin Tan -- dijo alguna vez “No me des consejos, mejor dame dinero”.

Algunos tal vez dirán que esa es una frase perfecta para decírsela a un vicepresidente del Banco Mundial.

Nuestros amigos de Globe International pueden dar cuenta de que, a lo largo de nuestra alianza estratégica, si bien hemos dado más de algún consejo, también hemos apoyado esta gran iniciativa global y regional en función de nuestras posibilidades.

Más allá de sus posiciones políticas, ustedes, los legisladores, han demostrado jugar un papel clave en hacer realidad una avanzada legislación a nivel nacional en pos de un desarrollo con baja intensidad de carbono y por lo tanto más sustentable. Esta cumbre será fundamental para seguir expandiendo esta agenda de cambio.

Agradezco la oportunidad de dialogar con todos ustedes, y les aseguro que no la aprovecharé para impartir consejos, y no lo haré, porque para este gran reto de nuestro tiempo no existe una ruta crítica predefinida.

Si algo hemos aprendido en el Banco Mundial es que no hay recetas universales. Lo que funciona en un país no necesariamente funciona en otro. Gran parte del éxito radica en conocer y entender bien el contexto y las circunstancias. Y para eso hay pocos mejor situados que ustedes, los elegidos por la ciudadanía y que dominan el arte de lo posible.

Ustedes representan a las poblaciones que sufren más directamente los impactos del cambio climático – las inundaciones, las sequías, los huracanes – y por eso mismo, son los que mejor entienden la urgencia de no quedarse de brazos cruzados.

No en vano se encuentran todos aquí reunidos para seguir adelante, para crear ese movimiento de cambio que debe concluir en un acuerdo global sobre cambio climático en París el próximo año, que pueda asegurar un planeta sustentable y un futuro compartido para todas las naciones y sus habitantes.

El eje de acción ha cambiado en los últimos años. El movimiento real de cambio incluye hoy a los países emergentes y en desarrollo, donde se han emitido leyes medio ambientales muy ambiciosas con metas y objetivos muy específicos, sin que ello signifique renunciar al derecho a potenciar el desarrollo y expandir las oportunidades económicas y sociales de la población.

Paralelamente a los movimientos de la sociedad civil que contribuyen a la participación ciudadana en este naciente movimiento, el sector privado da muestras cada vez más claras de que la responsabilidad ambiental y social constituye su licencia para operar.

Llevo un mes como Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe y me es especialmente grato poder estar aquí con ustedes, en mi país natal, representando a una institución que está plenamente comprometida en apoyar todos sus esfuerzos para mitigar los efectos de los cambios ambientales que nos aquejan y adaptarnos a los que inexorablemente vendrán.

Me enorgullece trabajar para mi región que ha demostrado desde hace varios años que está dispuesta a remangarse la camisa y hacer lo que esté a su alcance para encontrar un modelo de desarrollo sustentable. A pesar de sufrir duramente los impactos de este problema global, o precisamente por eso, América Latina y el Caribe han tomado un gran liderazgo en encontrar soluciones.

Definitivamente, en cambio climático América Latina es parte de la solución global

A lo largo y ancho de la región se han generado iniciativas para forjar un futuro mejor para sus habitantes. Basta mirar algunas de las recientes acciones legislativas logradas en la región, con el apoyo de GLOBE International.

• En abril de 2012 México aprobó la Ley General de Cambio Climático, la segunda en el mundo después de la del Reino Unido, y lo hizo con el apoyo de todos los partidos políticos.

• Seis meses después, Bolivia promulgó la Ley de la Madre Tierra de Bolivia que penaliza el maltrato a la naturaleza.

• En 2013, tanto El Salvador como Guatemala aprobaron leyes para desarrollar medidas de adaptación y mitigación frente al cambio climático.

• A comienzos de este año, el Congreso costarricense aprobó por unanimidad la Ley marco de cambio climático que, entre otras cosas, garantiza que la materia se enseñe en las escuelas.

Ustedes saben, mejor que yo, que la lista no termina ahí. Pero es una muestra de la determinación de América Latina y sus legisladores en mantener el calentamiento del planeta por debajo de los dos grados centígrados.

Es que de no lograrlo, no sólo no podremos eliminar la pobreza extrema del planeta sino que muchos de los latinoamericanos que han logrado salir de la pobreza en los últimos años – cerca de 80 millones– estarían en riesgo de volver a ella.

En ese mundo de temperaturas más elevadas, una de las grandes pérdidas de nuestra región se presentaría en la zona amazónica. Esto, a su vez, traería consecuencias dramáticamente negativas en la producción de alimentos, ya que la selva amazónica genera parte de las lluvias que irrigan los cultivos en Argentina, Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil. En ese contexto, el mundo pasaría a tener una crisis alimentaria sin precedentes. 

Vale la pena recordar que América Latina y el Caribe producen tan sólo el 6 por ciento de las emisiones del sector energético a nivel global y el 12 por ciento si le agregamos el costo de la deforestación y la agricultura.

La región tiene la matriz energética más limpia del mundo, gracias a la combinación de energía hidroeléctrica, de gas natural y de energías renovables.

El Banco Mundial se enorgullece de ser un aliado estratégico de los países de América Latina y el Caribe en muchos de estos cambios. De hecho, tenemos cerca de 200 actividades relacionadas con el cambio climático en la región, lo que constituye inversiones de más de $ 5 mil millones de dólares.

Nuestros compromisos cubren sectores tan diversos como agricultura, agua, y energía renovable para el transporte público, e incorporan mecanismos innovadores de financiamiento, como los bonos verdes.

Pero todo este compromiso requiere de un marco jurídico adecuado. Sin éste, con el tiempo, las normas, instituciones y responsabilidades de un país no podrán mantenerse al día con el reto del cambio climático.

La elaboración y aplicación de legislación sobre cambio climático es un reto muy importante y un paso esencial en la complicada marcha hacia soluciones globales para el mismo.

En esto, América latina también puede ser una fuente de soluciones.

Necesitamos legislaciones nacionales claras, que contemplen la coordinación entre los distintos organismos involucrados en la implementación de las leyes. Eso facilitará enormemente nuestra tarea y nos pondrá a la delantera a la hora de aplicar a nivel nacional los acuerdos globales y permitirá asegurar el financiamiento que deberá acompañarlos.

Al hablar de acuerdos globales, es necesario también ser ambiciosos, aspirando a soluciones como ponerle precio a las emisiones de carbono, lo cual crearía los incentivos necesarios para la inversión en un desarrollo más sustentable.

Sé que esta Cumbre no concluirá simplemente en buenos deseos para hacer algo en un futuro lejano. Confío en que los aquí presentes harán un llamado a la acción para que una agenda de derechos y responsabilidades compartidas entre Norte y Sur, Este y Oeste se concrete en los próximos meses.

Así podremos decirles a nuestros hijos y ellos a los suyos que cumplimos con nuestro deber.

En ese esfuerzo, y desde este continente que hoy habla con más fuerza en el mundo, porque dejó de ser problema y ahora es parte de la solución, cuenten con nosotros.

Fuente: Banco Mundial


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